GILDA VILLA SOBRE EL CINE CLUB “VISIÓN”

SOCIEDAD CULTURAL CINE CLUB VISIÓN: UN ESLABÓN POCO CONOCIDO EN LA HISTORIA DEL CINE CUBANO
Por Lic. Gilda Villa Hernández

La historia del cine cubano comienza en 1913 cuando el director Enrique Díaz Quesada instala el primer estudio cinematográfico que existió en Cuba en la azotea de una casa situada en la Calzada de Jesús del Monte 356 (antiguo) entre Santa Irene y Correa donde se elabora el primer largometraje con argumento del cine silente en Cuba: ¨Manuel García o el Rey de los campos de Cuba¨ que relataba las hazañas de un bandolero muy famoso en aquella época. Díaz Quesada, al que podemos considerar por su producción de carácter social y nacional el pionero de la cinematografía cubana, marca, sin dudas, el despegue de nuestra historia cinematográfica.

A partir de ese hecho, muchos acontecimientos han sucedido hasta nuestros días y es nuestro propósito dar a conocer el papel que jugó la Sociedad Cine Club Visión en esta historia.

A comienzos de 1956 un grupo de jóvenes entusiastas y amantes del séptimo arte se reúnen y deciden fundar una sociedad que permitiera conocer a los vecinos de la barriada de Santos Suárez y zonas aledañas, en La Habana, las distintas manifestaciones artísticas haciendo énfasis en el cine.

Surge así, la Sociedad Cultural Cine Club Visión.

En ella ocurrieron hechos inéditos para la cultura como por ejemplo, el Festival Villalobos, cantor de su pueblo, interpretado magistralmente por quienes serian años después, dos de nuestros intelectuales más destacados hoy en día en el campo de la música cubana y de la guitarra: Leo Brouwer y Jesús Ortega. Este Festival Villalobos sería el primer homenaje público a esta figura destacada de la música latinoamericana dado no solo en Cuba sino en el mundo como consta en el Museo Villalobos dedicado a este famoso compositor en su país natal, Brasil. Otro hecho significativo fue la conferencia impartida por Hugo del Carril acerca de la situación del cine latinoamericano en aquella época.

Importantes futuros artistas en distintas ramas de nuestra cultura participaron activamente y fueron miembros del Cine Club Visión, entre ellos se encontraban, además de los citados anteriormente, Manuel Octavio Gómez, Nelson Rodríguez, Manuel Pérez Paredes, Gloria Arguelles, Jorge Gómez Labraña, Manuel Cofiño Lopez, Manuel Puerta Quiroga y muchos otros más. A la vez, prestigiosos especialistas dieron conferencias y apoyaron incondicionalmente al Cine Club Visión entre los que podemos nombrar al Dr. José Manuel Valdés Rodríguez, critico del periódico ¨El Mundo¨, Walfredo Piñera, crítico del periódico ¨Diario de la Marina¨, Ramón Becalli, crítico de cine y teatro del periódico El País, Alfredo Guevara, Julio García Espinosa, Dr. Tomas Gutiérrez Alea , Manuel Duchesne Cuzan, músico y director, Vicente Revuelta (teatro), Juan Blanco, Harold Gramatges, María Teresa Linares, Dra. Graciela Pogolotti y el Dr. Antonio Núñez Jiménez, entre otros.

En lo que respecta a la sección de cine de la Sociedad, se exhibió una rigurosa programación durante toda su trayectoria con filmes valiosos de la cinematografía mundial y, además, se impartieron cursos y talleres de distintas especialidades.

Es de destacar que, desde sus comienzos, esta Sociedad editó una revista con artículos muy interesantes sobre cultura cubana con opiniones y comentarios sobre las condiciones en aquella época, de la cultura nacional.

Cine Club Visión se considera, junto a la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y el Cine Club Lumiere, una las tres instituciones claves más importantes estudiosas del séptimo arte, en la historia del cine cubano en ese periodo.

Hechos culturales y políticos tuvieron lugar o están relacionados con esta institución, entre ellos baste nombrar que el siete de enero de 1959, unidos a otras organizaciones y cine clubes tomaron el INFICC (Instituto Nacional para el Fomento de la Industria Cinematográfica Cubana).

En todo momento esta sociedad apoyó y luchó por el triunfo revolucionario de 1959. Esta institución se disolvió en los primeros meses de 1960 cuando se crean los órganos culturales idóneos para llevar a cabo la labor que venía desarrollando la misma, partiendo del hecho que con el triunfo de la Revolución, se lograban todos los objetivos que se perseguían a su creación.

Muchos de sus integrantes pasaron a las filas del ICAIC y de otros organismos donde su esfuerzo y trabajo era necesario.
Este es, pues, un pequeño homenaje a aquellos hombres y mujeres que unieron fuerzas para dar a conocer al pueblo lo mejor de la cultura cubana y mundial en condiciones sumamente difíciles.

PD: MARIO PIEDRA SOBRE EL CINE CLUB «VISIÓN»

Considero muy acertada la colaboración de Gilda Villa sobre el Cine club «Visión». Muchas veces nos referimos a los «invisibles» y tal parece que la tal «invisibilización» sólo toca a los que cambiaron de domicilio y pasaporte.

Lamentablemente, no es así. Hay decenas, o quizás centenares, de «invisibles» que todavia respiran en La Habana, y otros que no respiran, pero cuyo papel en esta historia del cine cubano es imprescindible.

El cine club, como queda demostrado en el trabajo de Gilda, aportó una considerable cantidad de talento al naciente ICAIC. Muchos de sus miembros, Gloria Argüelles o Manolito Pérez, por citar dos ejemplos, aún trabajan y realizan.

Pero me gustaría aportar un dato curioso y, según me parece, totalmente olvidado.

Al final de los años 80, la Federación Nacional de Cine Clubes de Cuba creó un espacio en lo que era entonces el patio del Centro de Información, y es ahora el popular «Fresa y Chocolate», donde se invitaba a realizadores -aficionados y profesionales- a compartir sus experiencias y opiniones con los presentes en aquella Tertulia, que tal era su nombre.

La Tertulia contemplaba una sección, llamada «La Picota», donde los invitados respondían inquietudes y cuestionamientos de los presentes, bajo palabra de total sinceridad.

Por ese entonces, habíamos encontrado una silla -una simple silla- en el ICAIC, que fue identificada por antiguos miembros del Cine Club «Visión», como perteneciente al mobiliario de aquella institución.

Lo curioso es que esa silla se convirtió, justamente, en «La Picota». Los participantes en ella debían sentarse en aquel mueble emblemático para responder a las preguntas que se le hicieran. Considerábamos que este acto constituía un homenaje al cine club que reconocíamos como un «antecedente» o, casi podríamos decir, un abuelo venerado. Sentado en ella, nuestro invitado no podía mentir.

Quizá era un homenaje ingenuo, pero los objetos, los simples objetos, conservan a veces un «kami» que los hace importantes. Para nosotros, lo era.

Insisto. Creo que el trabajo de Gilda Villa es importante. A los nombres «invisibles» u olvidados habrá que incorporar muchos otros -¿alguien ha hablado de Rául Parra, Goro Enomoto, Tony González?- que esperan, como dijo Martí de Valdés Domínguez, de quien, sin ira, los saque del olvido.

Mario Piedra

Publicado el noviembre 20, 2009 en DEL ARCHIVO. Añade a favoritos el enlace permanente. 4 comentarios.

  1. Francisco Puñal Suárez

    Me parece muy acertado y de justicia este comentario de Gilda Villa sobre el Cine Club Visión, de la Habana, que es una síntesis de una valiosa investigación que ha realizado.
    Luis Costales, camarógrafo del Noticiero ICAIC y de numerosos documentales, formó parte de ese esfuerzo colectivo en el barrio de Santos Suárez, y también su esposa Clarita, quienes siempre han definido esta experiencia cultural, como inolvidable.

  2. Considero muy acertada la colaboración de Gilda Villa sobre el Cine club «Visión». Muchas veces nos referimos a los «invisibles» y tal parece que la tal «invisibilización» sólo toca a los que cambiaron de domicilio y pasaporte.
    Lamentablemente, no es así. Hay decenas, o quizás centenares, de «invisibles» que todavia respiran en La Habana, y otros que no respiran, pero cuyo papel en esta historia del cine cubano es imprescindible.
    El cine club, como queda demostrado en el trabajo de Gilda, aportó una considerable cantidad de talento al naciente ICAIC. Muchos de sus miembros, Gloria Argüelles o Manolito Pérez, por citar dos ejemplos, aún trabajan y realizan.
    Pero me gustaría aportar un dato curioso y, según me parece, totalmente olvidado.
    Al final de los años 80, la Federación Nacional de Cine Clubes de Cuba creó un espacio en lo que era entonces el patio del Centro de Información, y es ahora el popular «Fresa y Chocolate», donde se invitaba a realizadores -aficionados y profesionales- a compartir sus experiencias y opiniones con los presentes en aquella Tertulia, que tal era su nombre.
    La Tertulia contemplaba una sección, llamada «La Picota», donde los invitados respondían inquietudes y cuestionamientos de los presentes, bajo palabra de total sinceridad.
    Por ese entonces, habíamos encontrado una silla -una simple silla- en el ICAIC, que fue identificada por antiguos miembros del Cine Club «Visión», como perteneciente al mobiliario de aquella institución.
    Lo curioso es que esa silla se convirtió, justamente, en «La Picota». Los participantes en ella debían sentarse en aquel mueble emblemático para responder a las preguntas que se le hicieran. Considerábamos que este acto constituía un homenaje al cine club que reconocíamos como un «antecedente» o, casi podríamos decir, un abuelo venerado. Sentado en ella, nuestro invitado no podía mentir.
    Quizá era un homenaje ingenuo, pero los objetos, los simples objetos, conservan a veces un «kami» que los hace importantes. Para nosotros, lo era.
    Insisto. Creo que el trabajo de Gilda Villa es importante. A los nombres «invisibles» u olvidados habrá que incorporar muchos otros -¿alguien ha hablado de Rául Parra, Goro Enomoto, Tony González?- que esperan, como dijo Martí de Valdés Domínguez, de quien, sin ira, los saque del olvido.
    Mario Piedra

  3. Muy bueno por Gilda Villa y también por el comnetario de Mario Piedra. Excelente que se estén removiendo recuerdos, años, esfuerzos y vidas.

  4. para Mario Piedra…lo que omitio…
    Muchas gracias a Mario Piedra y Francisco Puñal por sus palabras.
    El primer invitado a sentarse en La Picota fue Cesar Evora en 1987, quien junto a otros compañeros recién graduados de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños participaron en esta actividad.
    Saludos

Deja un comentario